20 enero, 2015

De vuelta



El viernes llegamos al hotel agotados. A pesar de ello, no se nos quitaron las ganas de salir y ver Las Vegas por la noche. Aquello era un espectáculo. He de admitir que cuando me dijeron de hacer el viaje a Las Vegas no estaba especialmente ilusionada porque me habían dicho que siendo menor de 21 no merecía la pena por no poder beber, apostar y la mayoría de cosas a las que se va a Las Vegas. Sin embargo me ha encantado.















Fuimos hasta la parte central del Strip que es donde se encuentran todos los hoteles conocidos y visitamos algunos de ellos. Algunos salieron por la noche pero nosotros decidimos volvernos relativamente pronto (3-4am) para poder madrugar y ver el Gran Cañón. Y fue todo un acierto.

Aunque pensábamos salir a las 8 y media y nos retrasamos una hora, llegamos allí sin problemas y parando varias veces a observar las vistas que teníamos.

Visitamos la zona Oeste del Gran Cañón que es donde se encuentra el Skyline pero preferimos coger una entrada más barata que no incluía eso y luego vimos que no hubiese merecido la pena realmente. El tour tenía tres paradas: una en una especie de antiguo rancho con las cosas típicas del oeste, y otras dos con vistas al cañón. La tercera fue sin lugar a duda la más impactante y estuvimos ahí cerca de una hora hasta que decidimos irnos para que no se hiciera de noche. De vuelta en el autobús nos encontramos con gran parte de nuestro grupo de españoles que acababa de llegar. Al parecer no habían tenido tanta suerte y se habían perdido. Decidimos volver a Las Vegas viendo atardecer las montañas del Gran Cañon. De camino paramos en un auténtico restaurante americano con un par de mesas y algunos mayores de los alrededores que habían salido a cenar. El sitio estaba bien y la atención fue fantástica, sin mencionar que tenían un mapa del mundo muy curioso con chinchetas de toda la gente que había estado allí.

Pasamos la segunda noche en Las Vegas. Esta noche también nos dividimos entre la gente que prefería salir y beber y la que visitaba hoteles.

Estando yo en el segundo grupo, anduvimos a lo largo del Strip durante horas haciendo paradas. Sin duda lo que más me gustó fue la atracción del NewYork NewYork y las fuentes del Bellagio.

La primera resultó ser un poco cara pero 100% recomendable por la
adrenalina que es montarse en una montaña rusa que sube hasta lo alto de un edificio y por las vistas de los hoteles del Strip desde esas alturas.

Las fuentes me parecieron una cosa única; cada 15 minutos ponían una música diferente y era como si el agua también tuviese su propia coreografía para cada canción.

Finalmente el cansancio me pudo y ya al final me empecé a poner de mal humor. Llegamos a la habitación y dormimos durante unas pocas horas más porque al día siguiente también madrugamos para comprar algunos souvenirs y visitar el último hotel y sin pensarlo dos veces, mi favorito: The Venetian. Se encuentra también ubicado en el Strip y está decorado, como dice su nombre, en relación a Venecia. Hasta tal punto que el propio hotel tiene su propio canal de agua con góndolas. Llamé a mi familia desde allí porque sabía que les iba a hacer ilusión y me recordaron lo mucho que les echo de menos… Al terminar fuimos a ver el cartel de Welcome to Las Vegas y nos volvimos a dividir entre los que querían ver la presa Hoover y los que preferían volver a Los Angeles. Lo cierto es que pensamos que íbamos a tardar más para llegar hasta allí pero conseguimos llegar de día y eso que es difícil porque aquí anochece muy pronto, incluso antes que en Madrid, como a las 5pm.


A pesar del cansancio bajamos a dar una vuelta por los alrededores pero enseguida nos volvimos a montar en el coche dirección Los Ángeles. Las de detrás pasamos mucho tiempo dormidas así que el viaje de 4 horas se nos pasó volando. 
Al llegar mi idea era la de irme directamente a la cama hasta que me di cuenta de que me tocaba poner la colada y al ser la primera vez en mi vida necesité algo de tiempo…

Hoy, como de costumbre, también hemos madrugado. Esta vez para dirigirnos hacía la costa. Primero hemos dado una vuelta alrededor de Beverly Hills, sobretodo en la avenida principal, Rodeo Drive. Después hemos ido hasta la playa de Santa Mónica. Hablando con una amiga de la universidad, Marina, he decidido ponerme pantalones cortos y llevar el bikini en el bolso y menos mal que lo hice porque hacía bastante calor. Me puse el bikini pero no me dio tiempo a bañarme porque íbamos un poco mal de tiempo. Al ser día festivo contábamos con atasco y teníamos que devolver el coche antes de las 5 de la tarde. Por si no estábamos lo suficientemente estresados, cuando llegamos al coche teníamos una multa de 50$. No podíamos creerlo. Al aparcar habíamos estado media hora pidiendo cambio porque no aceptaba ni billetes de 1$ y tras haberlo hecho encima nos habían multado sin aparente motivo. Ya de camino a la universidad nos dimos cuenta de que la multa era porque no habíamos dejado el coche suficientemente encuadrado entre dos lineas que tienen ellos calculados para cada coche. Muy patético, ¿verdad? Al menos conseguimos llegar a tiempo y hacer algo de compra para los siguientes días…



2 comentarios:

  1. Que interesante (la última foto). No, es broma, pásalo bien y sigue escribiendo!

    Besos

    Álvaro

    ResponderEliminar
  2. Das tanta envidia que voy a dejar de quererte :(

    ResponderEliminar

The only people who can change the world are people who want to. And not everybody does
Every great dream begins with a dreamer