10 octubre, 2016

Otro año más - Carpe Diem

Pasa otro año más y en la típica comida familiar recordamos como eramos todos hace unos años. Los que estamos hoy, los que ya no están con nosotros o los que simplemente están en otro lugar. A todos se nos hace extraño y nos conmueve lo rápido que pasa el tiempo. Nunca sabemos que nos esperará y es uno de los aspectos más condicionantes (si no el más) de nuestras vidas.

Hoy cumplo orgullosa 21 años y espero poder seguir haciéndolo durante muchos más. A veces puede parecer que voy sin una dirección y demasiado rápido, pero en realidad siempre he tenido mis metas y he ido a por ellas. He hecho un voluntariado en Marruecos que ha cambiado mi manera de ver el mundo, he trabajado como aupair para aprender un idioma desde cero, he hecho magia con mi sonrisa al trabajar en hoteles de Disney, he bailado como la que más en festivales como el Ultra Music, he representado a uno de los mejores restaurantes de Mykonos, y podría continuar con una infinidad de experiencias que en este momento me hacen ser quien soy. Algunos me llaman loca, otros correcaminos, otros trotamundos... Pero lo que creo que me diferencia de muchos son mis ganas de vivir, mi carpe diem.




Algunos me preguntaban... ¿pero cómo puedes hacer tantas cosas? ¿Solo 20 años? ¿Y cuándo has tenido tiempo de hacer todo eso?

Intento exprimir el día a día al máximo, y aunque a veces sea agotador siempre estoy al 100% y lucho por lo que quiero. No espero a que las cosas sucedan, a que me caiga todo del cielo o a que nadie me regale nada y creo que todo el mundo debería hacer lo mismo.

Lo que también se y agradezco, es que he tenido gente increíble a lo largo de todo este tiempo que me han ido apoyando ya sea a mi lado o a miles de kilometros de distancia. He de admitir que no siempre es fácil, pero tengo las suerte de contar con familia y amigos que siempre han estado ahí.



27 agosto, 2016

Mykonos is not only for partying




He de contradecir que Mykonos no está hecha solo para la fiesta, aunque la mayoría tenga esta idea metida en la cabeza. 

Ya había tenido alguna experiencia alejada en una playa desierta, sentada en un sitio escondido viendo como atardecía o simplemente en algún lugar alejado de la música y el bullicio que me hacía sentir que no estaba realmente en Mykonos.

Pero hoy se ha roto aun más aquella primera expectativa. Cuando me he despertado a correr por la mañana, mi roomate Vasiliki también estaba despierta, lista para ir a misa. Como ir a una iglesia ortodoxa era algo que quería hacer antes de marcharme, le pedido ir con ella. Al rato estábamos montadas en el coche dirección al centro en busca de alguna iglesia abierta.


Resulta que un tal día como hoy,  27 de Agosto, se celebra la fiesta hacia San Fanurio, así que, ¿qué época más increíble para estar en la isla verdad? Parecerá una ñoñería, pero ha sido una increíble experiencia. Me explico.


Los ortodoxos rezan al Santo especialmente cuando han perdido algo (casualmente yo ayer perdí mis llaves y las encontré esta mañana, aunque es una cosa que me sucede a menudo). También lo hacen cuando están pasando por un momento difícil en su vida. Sin embargo, no vale solo con rezar, sino que es tradición entregar una fanuropita hecha en casa a cambio.

La fanuropita es un tipo de bizcocho hecho con 7 ingredientes, pero de verdad que si vieseis los distintos tipos de bizcochos que allí había no lo creeríais... La misa pasó rápido, y eso que no entendí palabra. Llegó un punto que tuve que preguntar a Vasiliki si estarían todo el rato cantando, pero es simplemente su forma de leer y orar. Antes de salir se formó una gran cola para recoger los bizcochos y nada más traspasar la puesta el festín comenzó, con un intercambio de bizcochos que ni en el patio de la escuela. Era divertidísimo y algunos eran buenos de verdad pero pronto tuvimos que marcharnos para empezar nuestro día de trabajo.

Las fiestas en Cavo Paradiso, Astra, Semeli, Paradise o Tropicana han sido sin duda una pasada, pero pobre aquel el que se pierda este tipo de experiencias...

11 agosto, 2016

Mi primer mes en Mykonos

No paro de pensar que ya ha pasado un mes desde que llegué a la maravillosa isla de Mykonos. El tiempo parece que vuela y eso siempre es una buena señal. También es verdad que al principio no pasó tan rápido y apenas dos días aquí quería salir corriendo. Pero las cosas mejoraron. 


Vine a Mykonos para trabajar en Nammos, uno de los restaurantes más conocidos en la isla, en toda Grecia e incluso internacionalmente por su maravillosa comida y sus locas fiestas bañadas en champán. Los primeros días trabajé como hostess en la recepción del restaurante y tras largas horas sin descanso con tacones llegaba a casa muerta así que no disponía tiempo para mi misma y mucho menos para ir a la playa o tomar una copa en la ciudad. Me pasé días rezando día y noche, pidiendo fuerzas para aguantar o llegar a acostumbrarme, y justo cuando estaba pensando en marcharme todo cambió. Me ofrecieron hacer de Ambassador, algo así como la representante de Nammos para informar y recolectar todo el feedback de los hoteles, que son los que hacen gran parte de las reservas. 

Tras hacer una investigación sobre los más importantes comencé a
visitarlos presentándome e intentando recoger algo de información útil. Me sentí comoda desde el primer momento, probablemente por mi experiencia en Frond Desk de Walt Disney World y recorrer la isla de punta a punta visitando hoteles de lujo era como un sueño. No solo el trabajo en sí (con el que me encuentro mucho más realizada), sino que el horario también ha mejorado. Voy a los hoteles por la mañana después tengo un descanso de unas 6 horas y por la noche vuelvo a la oficina para atender reservas normalmente procedentes de América debido al diferente uso horario. El tiempo libre de por las tardes me da para todo; ir al centro a pasear, ver el atardecer, hacer ejercicio, tomar el sol en la playa, echarme la siesta para recuperar las horas de la noche anterior, ver Long Hollow online, leer...


No me puedo quejar. Y aunque parezca mentira, el trabajo y mi vida en general aquí siguen mejorando. Hasta me estoy planteando quedarme hasta Octubre, pero os mantendré informados!

26 julio, 2016

Las personas son las que hacen la diferencia

Buenos días, buenas tardes, buenas noches! Todo depende desde que parte del mundo me estéis leyendo. En el momento yo me encuentro en Mykonos, una de las islas griegas del mediterráneo, disfrutando de escribir un poco antes de ir a trabajar.

Muchos os preguntareis qué hago en Mykonos si hace poco estaba en Roma trabajando de aupair, pero eso es otra historia... Mis días allí terminaron como había acordado desde el principio con la familia.  Pase un fin de semana increíble en Berlín con Alexis y Shannon, que son algo así como mi hermana y mi madre de una segunda familia, y antes de esto también disfrutamos de unos días juntas en Roma. Sin embargo no fueron las únicas que me visitaron.

Primero fue Debu, de la India; después Frech y sus amigos, de Guatemala; y por último Mafer y Ale, también de Guatemala. Como os podéis imaginar, de hacer el mismo (o similar) recorrido por Roma para enseñarles los principales puntos de interés, acabé conociéndomela de memoria. Sin embargo con cada uno de ellos aprendí una cosa nueva, un lugar escondido, una panorámica desconocida o un restaurante que no había probado.


Después cuando estuve en Berlín tuve la oportunidad de encontrarme con Juan Carlos, un amigo que vive allí y que tampoco veía desde hace tiempo.

Me di cuenta de que son las personas las que hacen la diferencia y hacen que cuando viajo a diferentes partes del mundo me sienta como en casa en todas ellas. Por eso les quería dedicar este blog a todas esas personas que tengo alrededor del mundo, aunque no las vea a menudo...Y por supuesto invitarlas a Mykonos! Estáis más que bienvenidos y espero veros pronto, aquí, o en cualquier otro lugar del mundo; que al fin y al cabo... el mundo es un pañuelo!


06 julio, 2016

Te prometo que volveré

Que ya no queda nada. Como siempre el tiempo vuela y hay que decir adiós. Y no puedo parar de pensar en todo lo que he visto, en todo lo he vivido, en todo lo que he aprendido... Jugar con los niños hasta sentirme vieja del cansancio, caminar por las calles más bonitas de Roma, leer "Tre metri sopra il cielo" en un parque, salir a tomar algo en las locas calles del Trastevere o aprender de la cultura italiana cada vez que salía a la calle o visitaba una nueva ciudad.


Pienso quedarme con todos los recuerdos. Todos los buenos, y también aquellos no tan buenos, como querer salir por la noche y no poder porque tienes que estar con los niños, acabar hasta las narices de comer pasta todos los días, o no sentirte como en casa y echar de menos a tu familia y a tus amigos. Al final son todas esas cosas las que nos hacen un poquito más fuertes y nos hacen salir de nuestra "zona de comfort".

Me marcho decidida a cambiar de página, sabiendo que en mi próximo libro me esperan muchas risas, así como alguna que otra lágrima. Ley de vida.

Pero también quiero prometerte una cosa Italia, volveré; seguramente antes de lo que ninguno imagina...

01 julio, 2016

La oportunidad de visitar Florencia


Hace poco tuve la oportunidad de visitar Florencia. 


Un domingo me encontre allí con Tommy y la recorrimos enterita en tan solo un día. Yo llegué primero y me paré en el punto de información que está enfrente de la estación. Allí me explicaron que al ser primer domingo del mes, los museos nacionales eran gratuitos y me mostraron los principales puntos de interés.

Fui directa a la Capille Medice donde había innumerables obras así como joyas de la familia Medice y del papado. 

Pase por la Piazza di San Lorenzo y me encontré con él en el Duomo, sin duda lo que más me ha impresionado por el momento de toda Italia. De verdad que mi reacción fue extraña porque no creía lo que veía. Sin embargo no se que fue exactamente lo que me impresionó, si su gran tamaño, los colores del mármol o la majestuosidad de la cúpula. 
Temprano ya había colas interminables y como íbamos algo cargados paramos en el hotel para dejar las cosas.
El primer lugar que visitamos fue la Galleria dall´Academia, donde pudimos ver el David de Michelangelo. Nunca hubiese imaginado que era tan grande y perfecto. De vuelta al Duomo o Cattedrale di Santa Maria di Fiore, nos dijeron que ya no se podía entrar así que decidimos subir los más de 400 escalones del campanario para poder ver las vistas de Florencia desde allí y aunque acabamos exhaustos mereció la pena.



Continuamos por la Piazza della Signaría, donde vimos el Palazzo Vecchio, pero el hambre ya acechaba así que fuimos directos a comer. Tomamos un risoto (lo cual sin duda no fue la idea más ligera para empezar con museos) y nos dirigimos a Musei degli Uffici. Pasemos durante un par de horas, con más de una risa que otra entre esculturas y otras obras de arte.




Después nos despedimos en Ponte Vecchio y anduve sola tranquilamente por las calles pasado el río Arno. Al llegar a Palazzo Pitti ya estaban cerrando así que me senté como tantos otros jóvenes a relajarme un poco y después callejeé hasta cruzar otro puente de nuevo para volver al hotel. Allí cogimos un taxi para ver las vistas de Florencia desde Piazzale Michelangelo al atardecer. La Plaza estaba repleta de gente y se respiraba muy buen ambiente. Anduvimos hasta Santa Croce y aunque estaba cerrada pudimos verla iluminada con la bella luz del crepúsculo. Pronto el cansancio del día hizo efectos así que apenas cenamos y caí rendida en la cama del hotel.

El lunes por la mañana tenía el tren a las 11 pero incluso me dio tiempo a recorrerla un poquito más. Lo primero que quería ir a ver era la catedral por dentro pero parecía cerrada así que le pregunté a los oficiales a qué hora abrían y cuánto antes debía esperar para hacer cola porque no había ninguno. Ellos muy amables me dijeron que me fuese a seguir paseando que luego me ayudarían. Así que eso hice. Miré las cosas que me quedaban en la lista y me dirigí hacia el Mercato Centrale, pasando por el Mercado de San Lorenzo, donde compré un par de souvenirs.


A la vuelta pude visitar la Biblioteca Medicea Laurenziana donde se conservan miles de manuscritos. Una de las cosas que más me gustó fue la escalera diseñada por Miguel Angel, diseñada a su vuelta a Florencia después de crear la Capilla Sixtina. "Veramente bella"!!
Cuando volví a la catedral ya no estaban los mismos oficiales, pero me dejaron entrar saltándome la cola en cuanto les conté lo que me habían dicho los anteriores. Por dentro he de decir que no me impresionó tanto como esperaba. La encontré bastante vacía así que me apresuré para poder pararme otra vez a admirarla desde fuera antes de volver a la estación. Y la vuelta en tren como siempre fue un viaje en el que soñaba despierta todo lo que había visto...



Hasta la próxima Florencia!


10 junio, 2016

Una aupair en Italia

Suena a locura y en realidad un poco lo es!


Parece mentira que hayan pasado ya 4 semanas desde que llegué. La verdad es que ser aupair esta suponiendo un reto más grande del que pensaba. Muchos dirían que es como ser una mayor pero también existen peros. Aquí no vale un simple "no me apetece" o.. "Por qué no lo hace el/la otro/a hermano/a" sino que se tiene mucha responsabilidad. Yo incluso llegaría a decir que es como ser una segunda madre. Como ya dije anteriormente los niños tienen un montón de energía y a veces me es muy difícil controlarles, sobre todo cuando hay peleas...

A pesar de todo está siendo muy gratificante. Estas semanas he visto a Giulia jugar un torneo de volleyball, dormir cuando ibamos a hacer una fiesta de pijamas o contarnos nuestros secretos como mejores amigas. Al igual que he asistido por primera vez a ver al primer partido de fútbol de Domenico, me ha enseñado como jugar al Minecraft o hemos construido una fortaleza de arena juntos.



También he tenido tiempo para dar un paseo por Villa Borguese, ir de compras por Via del Corso o perderme por las calles  del Trastevere de noche (sufriendo el caótico transporte de Roma, ya que la casa de la familia se encuentra en la ciudad pero no en pleno centro). Y todo esto siempre acompañada de gente increíble que estoy conociendo aquí y de la que estoy muy agradecida. Sin olvidarme tampoco de antiguas amistades que me están haciendo visitas! 


He de decir que no siempre los horarios que uno quiere coinciden con los de la familia y a veces se hace pesado. Lo digo por todas aquellas personas que me escriben pensando que estoy en viviendo en un cuento de hadas o en un hotel de lujo todos los días. 

Aunque a veces me encuentre perdida y me plantee que hago aquí pienso que todas estas experiencias merecen la pena; no siempre son como uno quiere y te hacen salir de tu zona de confort. Es por esto que lo recomiendo encarecidamente y que si tenéis dudas no dudéis en escribirme por aquí o al email esthersierragomez@hotmail.com

Por último Italia no me esta decepcionando para nada. 
Es un país lleno de historia y cultura en el que cada día se aprende algo nuevo. El idioma por su parte no me está suponiendo ningún problema; en apenas una semana ya entendía casi todo lo que me decían y poco a poco me voy defendiendo. A por el siguiente mes! 

29 mayo, 2016

Nadie me dijo que Napoles me enseñaría tanto


Napoles. Naples. Napoli. 


Hacía mucho tiempo que quería visitarla y al final he acabado enamorándome de ella. 


 Después de mi primera semana en Roma partí en tren el sábado por la mañana. Mientras miraba por la ventana intentaba imaginarme como sería aquella ciudad de la que me habían hablado tanto. Me habían dicho cosas buenas, cosas malas... Pero mi cabeza iba vacía, abierta a vivirla por mi misma.

Kekko, uno de mis amigos de Napoles, me recogió en la estación central y fuimos a visitar el centro histórico. 
Calles estrechas llenas de gente y motos sin control (muchas sin casco - no es un mito), iglesias preciosas como la del Gesú, e historias increíbles como la de milagro de San Gennaro mientras andábamos por los pasillos del Duomo hicieron que la primera mañana fuese perfecta. 

Comimos en Sorbillo, el restaurante más conocido por su pizza en la que por fin conocí la autentica pizza napolitana, blanda y llena de tomate hasta los topes (incluso necesite clases para aprender a comerla jajaja). Después paramos en Piazza Dante donde había un lugar conocido por su café, aunque no me atreví a probarlo. 

Por la tarde nos alejamos del centro para ver el mar parando primero en Marechiaro, un sitio al que se llegaba después una gran hilera de escaleras y que probablemente no hubiese conocido sino hubiese ido con gente de allí puesto que no era nada turístico. 

El siguiente lugar, el complejo de la Isla de la Gaiota también fue similar. Atardecer con vistas al golfo de Napoles... ¿qué más podía pedir? En serio podría haberme quedado en aquel lugar todo el fin de semana. 

Llegamos al hotel, donde tenía una habitación preciosa frente al mar esperándome. 

Comimos mozzarella de buffala y salimos al parking donde nos reunimos unos cuantos coches para ir a Nabilah por el cumple de Teresa. 

Conocí a un montón de gente allí y todos me trataron como una más, teniendo muchísima paciencia conmigo al hablar italiano (sobretodo al final cuando ya no entendía ni una palabra de lo que decían del cansancio). 
El local al abierto era una pasada aunque con la tontería hacía un poco de fresco. Lo mejor fue al volver puesto que tuvimos la suerte de poder ver el amanecer del Golfo de Pozzuoli.

Apenas dormí unas horas y ya estábamos de camino a ver otra parte del centro. 


Cogimos el metro y nos bajamos en Toledo, conocida como la parada más bonita del mundo. Nada más salir del vagón los colores azules te daban la sensación de estar en el mar, y un pasillo lleno de imágenes en movimiento simulaba esto mismo. Sin embargo lo mejor era subir las escaleras mecánicas rodeada de azulejos blancos y azules iluminados mientras que sonaban notas de música de un instrumento ubicado en el mismo lugar que según la explicación, captaba rayos de luz invisibles al ojo humano.

Recorrimos Via Toledo parando en la Galería Umberto que en cierto modo me recordó a una que había visto en Bruselas antes. Al igual que el Palazzo Reale, el cual se encontraba próximo, estaban reformándose. En este caso por un incidente que hubo con un bloque de mármol que acabo con la vida de un pequeño de 13 años intentando salvar a su amigo, una historia que me estremeció.


Pasamos por el Caffé Grambrinus para llegar a la Piazza del Plebiscito donde me divertí como una niña. Al parecer si te pones en el lado del Palazzo y caminabas de frente hacia el otro lado nunca pasarás por en medio de las dos estatuas de los caballos. Ilusa de mi, no me cansaba de intentarlo.

Bajamos la cuesta al Lungomare para recorrer Via Caracciolo la cual estaba llena de turistas que disfrutaban de un día espléndido de fin de semana. Como el Castel Dell'Ovo no estaba abierto hasta más tarde paseamos por el Burgo Marinaro y finalmente paramos a comer en un restaurante frente al puerto.

Probé pasta con i frutti di mare y zeppole (un plato especial de pasta frita) que con un vino, las vistas y la compañía lo hicieron uno de los mejores momentos del viaje. Las risas fueron aseguradas como cuando cometí el grave error de decir que la pasta estaba dura cuando en realidad estaba al dente...También hablamos con la familia que estaba sentada al lado, curiosa por mi acento y mi estancia aquí, que incluso acabó invitándonos a un café. Para los que me conocen bien saben a veces tengo demasiada energía y por esto no suelo tomarlo o sería una bomba de relojería; además de que no me gusta especialmente. Sin embargo este sí me gustó y apunte otra cosa en la lista: el café napolitano. 

Como el Castel dell'Ovo tenía una exposición especial no entramos e hicimos una parada en el césped de Villa Communale llena de familias y gente paseando. Continuamos por Via dei Mille, una de las mejores zonas que tenía unos balcones de ensueño, y llegamos al Funicolare, una especie de metro que sube desde la costa hacia la colina debido al gran desnivel de terreno que hay en la ciudad. Allí nos encontramos con todos los de la noche anterior de nuevo y comimos un helado hecho con latte di buffala. Sin duda este fin de semana iba a ganar un par de kilos... Jajaja

Después fuimos a ver las vistas desde San Martino, donde agradecí a Dios por otro atardecer tan perfecto como aquel así como por tener personas alrededor de todo el mundo que me enseñaban sus ciudades, sus hogares, sus rincones favoritos. 

Por último tocaba despedirse del mar (solo hasta el día siguiente). Cogimos el coche y escuchamos música italiana como habíamos hecho durante todo el viaje (sobretodo de Pino Daniele) mientras temía como conducía de locamente la gente allí. Al parar tomamos unas panorámicas mágicas desde un par de lugares más. Primero desde la Terraza di Posillipo y después desde Giuseppone a mare. En el último ya empezó a hacer algo de fresco y tenía algo de sueño así que de vuelta al hotel caí rendida. 

La mañana siguiente fue para despedirse del mar, esta vez finalmente la definitiva. Redesayunamos en Lungomare de Pozzuoli para poder probar otro buen café mientras recordaba todo lo que había aprendido aquí. 

Sus tradiciones, su comida, su gente, su música, sus panóramicas, su historia y por su puesto algo italiano. Y todo en un fin de semana!



The only people who can change the world are people who want to. And not everybody does
Every great dream begins with a dreamer